FLORES DE BACH, UN REMEDIO NATURAL PARA BEBÉS Y NIÑOS
Los bebés y niños pequeños, al igual que los adultos, también pueden sufrir situaciones de estrés ante hechos como un divorcio, un examen en el colegio o un cambio de domicilio. También, muchos niños, por su carácter o temperamento, experimentan temor, inseguridad, timidez, nerviosismo…
En ocasiones, estas emociones negativas pueden derivar en problemas mayores relacionados con el sueño infantil (pesadillas, insomnio, terrores nocturnos), con el control de esfínteres (enuresis nocturna) o con el aprendizaje (hiperactividad). Podemos ayudar a los bebés y niños a equilibrar estas emociones con Flores de Bach.
¿Quién puede tomar Flores de Bach?
Las Flores de Bach las puede tomar todo el mundo. Desde bebés recién nacidos hasta adultos y ancianos. Son suaves en acción y no tienen ningún efecto secundario. También pueden utilizarse conjuntamente con otros medicamentos, alimentos o bebidas.
Flores de Bach para niños. Un remedio para cada problema
Existen muchos problemas que se pueden solucionar con una Terapia Floral como: la ansiedad, la hiperactividad o las rabietas, entre otras. A continuación enumero algunos posibles casos y lo que proporciona cada terapia.
Para la Independencia
Estas flores ayudan a niños que están muy “regalones” o han crecido excesivamente “sobreprotegidos”. Su comportamiento suele ser caprichoso, posesivo y reclaman constantemente el afecto de los padres, estas esencias ayudan a los niños a trasformar su energía negativa en emociones positivas.
Para las Relaciones Sociales
Ayudan a los niños a ser más sociables. Son adecuadas para niños tímidos que no se relacionan fácilmente con los demás. También se utiliza en casos en que los niños experimentan miedo, ansiedad o angustia ante determinadas situaciones, como momentos previos a un examen, a una competición o a una exposición en clase. Nos ayuda a enfrentarnos con seguridad, valentía y humor a las dificultades.
Proporciona seguridad a los niños. Se utilizan en aquellas personas a las que les cuesta adaptarse a los cambios: de casa, de colegio o de entorno familiar. Ayuda a relajarse.
Para la Hiperactividad
Para niños hiperactivos. Esta esencia se utiliza, sobre todo, para tratar el exceso de entusiasmo. Favorece la moderación, la tolerancia y la capacidad de relajarse. Imprime confianza.
Para la Autoestima
Ayuda a tener más confianza. Los niños retraídos que no avanzan por inseguridad o falta de confianza pueden probar los efectos de esta esencia.
BEBÉS FELICES, HIJOS FELICES: ¿QUÉ PODEMOS HACER LOS PADRES? EL APEGO.
Todos los padres deseamos que nuestros hijos sean felices. Probablemente, profundizando en la cuestión, nos encontremos con que por “felices” entendemos niños (y adultos) que sean emocionalmente equilibrados, que estén socialmente adaptados y que tengan un buen desarrollo cognitivo e intelectual. Pues bien, recientes estudios demuestran que el apego seguro en la infancia lleva a un mayor número de resultados óptimos del desarrollo y es un factor de protección frente a la angustia, el estrés, la ansiedad y la enfermedad no sólo en la edad bebé sino hasta la adultez; hoy por hoy nadie discute que el apego influye en los pensamientos, sentimientos, motivaciones y relaciones interpersonales durante toda la vida.
¿Qué es el apego?
El apego es el lazo afectivo que une al hijo con la madre. Cuando un bebé nace, desconoce absolutamente todo lo que ocurre, tanto a su alrededor como dentro de sí mismo. La madre (o figura sustituta) es quien le va ayudando a interpretar la realidad, a contener su malestar, a ofrecerle respuestas a sus necesidades. Cuando un bebé tiene, por ejemplo, hambre, siente un malestar que le asusta y se lo comunica a su madre de la única manera que sabe: mediante el llanto. La mamá se acerca, le toma en brazos y traduce su malestar: “¡uy, bebé, claro, ya debes de tener hambre!”. Y a continuación le da el pecho o el biberón, lo que tranquiliza y sosiega al pequeño. Cuando este esquema se repite, el bebé va interiorizando que existe un malestar dentro de él que puede ser contenido por los brazos amorosos de su madre y por sus palabras cálidas y tranquilizadoras; malestar que tiene un final y que acaba siendo sustituido por una sensación de bienestar y placidez. Eso le va reportando una imagen de sí mismo como alguien bueno y valioso (su madre cuida de él porque es digno de amor), lo cual hace que se vaya construyendo una buena autoestima, y le hace confiar en su madre (puesto que siempre acude al alivio de su malestar) y en la seguridad que ésta le ofrece.
Esta conexión hijo-madre es lo que se conoce como apego. Cuando se dan las circunstancias que hemos mencionado (una madre amorosa que responde con sensibilidad a la angustia del bebé, que le conforta en su malestar transformándolo con paciencia y cariño en placidez de manera reiterada y predecible) el bebé desarrolla un apego seguro. Este apego es el cimiento de su persona: su equilibrio emocional, su capacidad para relacionarse con su entorno y su desarrollo cognitivo se sostendrán sobre esta relación inicial entre él y su mamá. Si ha experimentado un apego seguro, tendrá un autoconcepto positivo, confianza en sí mismo y seguridad en su iniciativa y sus capacidades, lo que le abrirá las puertas de una socialización exitosa, puesto que será capaz de trasladar el afecto y la empatía que ha recibido de su madre a la relación con los demás. Además, el apego seguro y las conductas asociadas al mismo (contacto físico, balanceos, acunamiento, postura incorporada, intercambios verbales afectuosos, risas etc.), como consecuencia de la estimulación neurológica recibida a través de las mismas, favorecen un mejor desarrollo cognitivo y un mayor rendimiento escolar.
La conclusión se hace evidente: cuanto más invirtamos en fomentar el apego con nuestros hijos en sus tres primeros años de vida, más estaremos invirtiendo en su felicidad. Su desarrollo emocional, social y cognitivo estará condicionado por el afecto en la primera infancia y la relación primaria que establezca con su madre. En la próxima entrada hablaremos de formas concretas para fomentar el apego seguro en bebés y niños pequeños, así como pautas para fortalecerlo en los más grandes.